Este film es considerado el máximo representante del cine surrealista.
Lo veo como una crítica a todo lo anteriormente establecido en la narrativa fílmica, a las instituciones, a la religión y a la sociedad de esa época, rechazando la “realidad” y sumergiéndose en el mundo de los sueños.
La famosa escena del ojo y la navaja nos sugiere eliminar la vista convencional para poder ver el mundo surrelista. También, se ve representada la represión sexual, en la escena en la cual trata de moverse y no puede pues lleva detrás un par de pianos, dos burros muertos y dos personas que parecen ser religiosas.
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